Es curioso como al igual que en la película ratatoulli una simple cómida nos lleva al pasado dejándonos recordar con lujo de detalles aquel momento.
Cuando era pequeña y ya de adolescente acompañaba a mi yaya (abuela) al mercado. En aquel entonces en cualquier puesto de carne al hacer tu compra siempre podías pedir restos o despercicios que te daban sin ningún coste y que tenían en un lado y no mezclados con la basura, como àlguien pueda pensar por la palabra utilizada.
Al llegar a casa con la compra más los desperdicios mi yaya y yo nos poníamos a buscar las pieles de pollo en este caso y la patas.
Me encantaban aquellos platos rebosantes de pieles fritas y crujientes.
Las patas se hechaban al caldo pero a mi lo que realmente me encantaba eran las pieles como ya dije antes.
Ayer compre un pollo entero ya que considero que en pocos sitios saben ya trocear un pollo sin desperdiciar más de medio y hoy lo limpie, entre cortar los muslos y las pechugas aprobeche las pieles de la espalda más la de otros sitios que sobraban al cortar y al terminar de separar y congelar. Tenía un platito de pieles para freír.
Un poco de aceite de oliva una pizca de sal y paciencia. Vuala!!! Allí tenía un plato de fritas y crujientes pieles de pollo.
El primer bocado al igual que en la película del pequeño cocinero ratón me hizo volar al pasado y volver a estar sentada en la gran mesa de comedor antigua con su hule de mis avís (abuelos) y como si pudiera volver a ver la sonrrisa de mi yaya y sus ojos azul claro mientras acabábamos el plato mano a mano, del cual ella siempre cómia menos para dejarme más a mi ya que me encantaba aquel picoteo.
Recuerdo muchas pequeñas cosas que me recuerdan aquellos momentos con ellos pero reconozco que es cierto lo que la película del pequeño chef enseña.
Y que un plato sencillo nos transporta a pequeños momentos que nos llegan al corazón.
Artemisa.
Hermosa, tienes un talento maravilloso para dar emoción a tus escritos. Este me ha transportado a mis propios recuerdos de la infancia, cuando también yo comía platillos preparados por mí abuela y disfrutaba sin saber aquellos momentos de paz tan escasos ahora.
ResponderEliminarAbrazos de Tigre, hasta España.
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ResponderEliminarpreciosa esta istoria es muy bonito recordar esos momentos con un pequeño vocado sencillo.
ResponderEliminarbesos
Dicen que por pouros instintos de supervivencia, los olores y los sabores son lo que mas tiempo recordamos. Y esos recuerdos nos transportan a lugares de nuestra memoria
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